La oscuridad que la glaciación trajo a todo el planeta, aunado a la permanente neblina daba a las calles un aspecto lúgubre; la escasez de energía no podía proporcionarles iluminación a pesar de que la demanda de está había disminuido considerablemente debido a los millones de habitantes que habían perecido con las primeras catástrofes naturales que sobrevinieron al cambio climático ahora las plantas que aún funcionaban trabajarían solas hasta que fallaran como las demás. Yibrail revisó los arillos térmicos de sus tobillos, muñecas y cuello, tenían reserva de energía casi al tope. Aproximadamente le quedaban 5 días más para recargarlos. Vestido con un pantalón de lana negro, suéter de cuello largo de un material sintético, abrigo largo con gorra de color café oscuro que le llegaba hasta las rodillas, guantes, una máscara de oxigeno para el rostro, y los botines para nieve; gracias a los arillos podía salir con ese tipo de ropa que le daba más libertad de movimiento. Con suerte encontraría algo de alimento en las bodegas de los viejos almacenes abandonados. Desde que se adentró en los túneles del tren subterráneo, de modo automático sus sentidos se habían agudizando, siempre le ocurría lo mismo, sólo que esta vez se sentía extraño, observado; busco en todas direcciones con la mirada, hasta donde la oscuridad le permitía ver…..nada aparentemente estaba solo, palpo el arma que traía en la cintura eso le dio más seguridad sin retirar la mano de ella siguió caminando. Le molestaba esa sensación porque en su actual condición se sentía en desventaja. Mientras avanzaba el último tramo antes de llegar al exterior una sombra cruzó en la salida del túnel sobresaltándolo, sacó su arma y la puso frente a él, fue todo tan rápido ¿sería real? ¿O se lo imaginó? No, estaba seguro, algo ahí se había movido. Avanzo con cautela deseando absurdamente que se tratara de un animal más que de otro ser humano (aunque los animales eran ya prácticamente seres mitológicos) las luchas por los alimentos siempre eran a muerte y todavía no se sentía en condiciones de asesinar a nadie . Cuando se encontraba ya terminando de salir del túnel, un extraño sonido le erizo la piel, no parecía venir de muy lejos, pero no lograba distinguir nada con la vista, parecía un gruñido, un chirrido, un ruido tan agudo que entre más se acercaba más lastimaba sus oídos. Creyó distinguir algo entre la niebla un bulto obscuro sobre la nieve. Luego de una rápida revisión del lugar para asegurarse de no caer en una trampa, se acerco con cautela. Ahora la neblina se había hecho más densa y no lograba ver casi nada. En ese momento algo se abalanzó sobre él desde algún punto alto de la entrada del túnel, sus reflejos actuaron rápido, aunque no tanto como él hubiera querido, logró dar un disparo ciego antes de que su atacante le arrebatara el arma de un manotazo. Cayó de espaldas al suelo, sin dejar de buscar con la mirada se incorporo en un solo movimiento. Sacó de su bota su navaja; no era mucho, pero no iba a ser presa fácil; si tan solo hubiera menos bruma, la luz de la luna siempre ayudaba. Miró hacia donde había visto el bulto, ya no estaba ahí, como se lo imaginó, había sido una trampa y no fue lo suficientemente precavido. Sin saber de momento hacia donde avanzar decidió seguir dentro de su mismo camino, con cautela, sigilosamente media y daba cada uno de sus pasos tratando de hacer el menor ruido posible; aunque sus oídos estaban invadidos de los sonidos de su corazón y respiración pudo distinguir nuevamente aunque un poco más lejos de él ese ruido agudo, lastimoso, escalofriante. Nuevamente su curiosidad pudo más que su precaución se acerca con sigilo, se sentía tan cerca de eso que lo había atacado que dudo en acercarse más. En ese momento la neblina se aclaro poco a poco lo suficiente para distinguir a su atacante, sus ojos se abrieron desorbitadamente. Qué era eso que veía, parecía una mezcla de hombre y animal, se sentía paralizado, esperaba cualquier cosa menos eso, la sangre se le agolpaba en la cabeza y su corazón latía con rapidez desmesurada. Sin darle tiempo de nada la bestia arrojo sobre él algo que sus reflejos le hicieron atrapar, palpó y miró el objeto tratando de no quitar la vista del extraño ser por demasiado tiempo. Se dio cuenta que lo que tenía en las manos era un arma, rudimentaria, pero un arma muy útil si se sabía utilizar. No comprendía porque esa extraña criatura que anteriormente lo había atacado y desarmado ahora ponía en sus manos un arma. ¿Qué pretendía? Analizó la situación lo más fríamente que pudo, se acercó un poco más para mirar a la bestia detenidamente esta vez apuntando con el arma, una “ballesta”, recordó de pronto el nombre del artefacto, y también pudo distinguir mejor a su adversario, y confirmar sus sospechas, dudaba si en verdad aquello era lo que las leyendas llamaban Vampiro, este lo miraba con una especie de desesperación y coraje. Yibrail comprendió de pronto la desesperación del vampiro, sin prácticamente ningún ser humano sobre la tierra, (de eso él se estaba asegurando) la bestia moriría poco a poco de un modo desesperante de sed o ¿hambre? Ya sin contemplaciones de ningún tipo sin sentir remordimientos ni lástima, disparo varios certeros dardos al pecho del vampiro. Mientras lo veía agonizar, se acercó a él y le dijo: “cierto que los cobardes no merecen vivir, pero no es por esto que he aceptado matarte sino por asegurar mi supervivencia un tiempo más. Reemprendió su rumbo con paso apurado. Miró hacia el cielo, solo se veía densa bruma, pero él lo sabía, podía sentirlo en su piel en menos de un día sería luna llena, tendría que llegar a los almacenes, siempre podría encontrar seres humanos ahí, o en cualquier otro lugar donde hubiera comida guardada. Aunque ahora eso ya no le preocupaba tanto, si no lograba conseguir nada, podría regresar ahí donde yacía muerto el vampiro, convertido en lobo sería más fácil digerirlo.
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