Tanto he amado al mar y lo he necesitado Cada vez que tengo desazón, cada que mi alma se siente intranquila, cada que mi mente siente total confusión busco el mar, voy a él no importa el tiempo que me pueda tomar. Y en mi viaje hacia el incluso antes de llegarle a ver ya me alegra su brisa y su olor su recuerdo envuelve mi interior. Porque estando ante el me calma tanto su visión sus colores, sus sonidos sus movimientos, todo me penetra muy muy adentro y poco a poco siento el contento, el sosiego, la claridad mental. Aveces siento que me entiende pues se agita y me envuelve y sus sonidos tienen voz, sentido y dirección siempre hacia mi, hacia mi corazón. Y ahora estás tu te he encontrado aquí entre tanta gente indiferente cuando a punto estaba de correr allá he visto en tus ojos la imagen más perfecta que gusto del mar: fondo obscuro reflejando la luna, las estrellas, la infinidad. Entonces he sentido serenidad. Te observo y encuentro que en la comparación, eres su igual te agitas, me envuelves, me haces respirar tranquilidad. Tu voz, tus movimientos todo con sentido, profundidad y razón simplemente no he podido dejar de contemplar tu esplendor. Y en mi deseo de permanecer disfrutando de tu belleza, de tu grandeza, de tu infinidad y de tanta, tanta serenidad he arrojado mi ancla hacia tu profundidad, te he nombrado mi otro mar. Fernanda Agiñúz
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